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POEMAS

Autora: Antonia Lázcoz Urtasun

 

   Buscabais en este bosque brotes,

raíces, hojas o flores que secar, triturar

o mezclar, tejidos… brebajes,

pócimas,  ungüentos, amuletos…

erais conocedoras de antiguas sabidurías,

para curar el dolor inhumano del parto,

o el de cuerpos envejecidos, hierro oxidado,

también para: calmar el dolor oculto,

almacenado en la migraña, cesar

la hemorragia, la tristeza sin motivo,

el desamor y la melancolía y también

para soñar despiertas, para conocer

y gozar del placer prohibido.

 

Mujeres benefactoras, sanadoras, conectadas

con su fuerza, aparentemente sometidas

bajo unos valores reductores,

sabias en su fuerza, escudo frente

a tanto desprecio envuelto en exigencia

y anulación; callar, trabajar, procrear,  

obedecer siempre, asordinando siempre

voces insurrectas. Brujas, hechiceras,

videntes, sanadoras, parteras…

 

Camino ahora por vuestro bosque, la primavera

ha llegado tarde en su eclosión súbita

en la inflorescencia de las hojas transparentes

al sol, en la frescura proteica del bosque

rumoroso, grandes hayas despliegan sus velas

verdes en el espacio hacia el cielo,

como inmensas alas; otras pequeñas

 buscan la luz entre cumbres de ramas

y hojas al viento, en la altura.

 

Oigo vuestros pasos en la noche

hacia el encuentro con otras mujeres

sabias, por aquellos-estos caminos

poblados de murmullos, animales desvelados,

miradas alucinadas de búhos, lechuzas

gatos cautelosos, vuestros pasos presurosos

hacia el encuentro clandestino para compartir

 sueños, saberes y el miedo al oscuro censor,

 al juez que os reinventará en lo más oscuro

 y diabólico, peligroso, convirtiéndoos

en amenaza intolerable de sus delirios  enfermos.

 

Así todo tipo de torturas, interrogatorios

agazapados de engaño para destruiros,

pruebas asesinas. Miles y miles  de hogueras

iluminaron los cielos de tantos lugares,

el odio ciego caminó por el mundo remoto

y cercano, aquí también, en este rincón

que ahora os recuerda y nombra, victimas

de aquella locura que enajenó en nombre

de lo sagrado tantas muertes de inocentes.

 

En este camino, ahora el viento lleva y evoca

vuestra voz, vuestro dolor y canta

en la suavidad del suelo que el humus

 convierte en alfombra, guardadora

de vuestros pasos presurosos en la tierra

de este bosque ancestral que os recuerda

en su belleza, suavidad propicia y sanadora,

en vuestro dolor y vuestras muertes.

 

 

 

Autora: Antonia Lázcoz Urtasun

 

Te creí yo, viví

 en tu esplendor transitorios goces

que hoy, en tu declinar, empiezas a negarme.

Leve nube

                    que el viento de los días

esparce y diluye, imperceptiblemente

 por el cielo inmenso. Castillito olvidado

en la arena al que las olas de la marea

cubrirán con su capa de olvido y muerte.

 

Te creí yo, mas hoy muestras

                                   tu desvalimiento,

como piel abandonada en el camino

                                                 de nadie,

solo huella delgada de la serpiente

que fue.

 

Te creí yo y hoy

                        te veo sombra, ilusión

de un sueño, mientras saludo

a esta luz que misteriosamente

asoma a los ojos, viajera incesante

 de muchas vidas,

radiante sol de un día sin noche.

 

Te creí yo, cuerpo material,

que los instantes van diluyendo

en el camino inexorable del tiempo,

puerta hacia la luz imperecedera

de nuestra Esencia.

 

 

 

 

 

 

Autora: Antonia Lázcoz Urtasun

El viento te acompaña sin llamas,

brasas alegres en danza de otro fuego.

Ventana a la intimidad perfumada,

laxitud viva e intensa compartida.

 

Te doy y te recibo entre luz

y sombras que el placer ilumina

y oculta; tú-yo, yo-conmigo.

Deje algunos sueños colgados

como ropa inservible, tras la puerta,

para encontrarme en esta desnudez

en la que refulge algo

que se parece a mi verdad.

 

Desnudez y abrigo en la caricia,

el corazón se abre al cuerpo vivo,

en llamas y renovación naciente,

en ese centro donde abandoné

máscaras y laberintos.

 

Recinto abierto al viaje, al otr@,

a sus paisajes y puertos compartidos,

islas visitadas desde el corazón

que ama, busca y encuentra

un lugar sagrado e inviolable,

ser mujer en nuestro propio Ser.